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Honduras perdería más de $500 millones si EEUU grava remesas

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Proyecto de ley fiscal en EE. UU. propone cobrar 5% a remesas, lo que reduciría ingresos de miles de familias hondureñas.

Tegucigalpa, Honduras.- El país podría perder hasta 500 millones de dólares anuales si prospera una nueva propuesta de ley fiscal impulsada por el expresidente Donald Trump.

Esta ley incluye un impuesto del 5 % a las remesas enviadas desde Estados Unidos.

La medida, incluida en el Subcapítulo C de la sección 4475 del paquete tributario, convertiría el acto de enviar dinero a casa en una operación sujeta a tributo federal.

Y con ello, en un lujo que pocos podrán sostener sin ajustes dolorosos.

Aunque aún se discute en el Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes, la iniciativa ya ha encendido alarmas en toda América Latina.

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Especialmente en países como Honduras, donde las remesas representan más del 25 % del PIB.

Un impuesto de este tipo afectaría a casi el 40 % de los hogares hondureños que dependen directamente de estos envíos para subsistir. Esto según cifras del Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP).

Lea: El 40% de los hogares hondureños viven de las remesas

¿Quién paga el impuesto?

El proyecto establece que el impuesto será pagado por el remitente, es decir, por los trabajadores migrantes que, con esfuerzo y sacrificio, sostienen a sus familias desde el extranjero.

Las empresas remesadoras estarían obligadas a retener el impuesto al momento de la transacción y transferirlo cada trimestre al Tesoro estadounidense.

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Si no lo hacen, deberán asumir el pago con sus propios fondos.

Estarán exentos de este impuesto los remitentes verificados como ciudadanos o nacionales estadounidenses.

Esto, siempre y cuando el proveedor de transferencias haya firmado un acuerdo con el gobierno para comprobar dicho estatus.

Un tecnicismo burocrático que, a juicio de muchos, añade más trabas a quienes ya enfrentan condiciones migratorias precarias.

Impacto económico: medio país en riesgo

Honduras, con más de 10 mil millones de dólares en remesas anuales —según proyecciones del Banco Central— podría ver reducida esta cifra en al menos medio millardo de dólares.

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Para una economía que vive más de lo que produce, es un golpe directo al estómago financiero del país.

La economista Liliana Castillo advierte que, de concretarse la medida, no ingresarían los 10,000 millones presupuestados, sino 9,500.
Eso va a repercutir en el nivel de reservas internacionales.

Peor aún, señala que esto podría incentivar canales informales de envío, con todos los riesgos que eso implica.

La situación no solo compromete los bolsillos de los hogares, sino también la estabilidad macroeconómica del país, que depende en exceso del consumo impulsado por remesas.
Si se reduce ese ingreso, se reduce la demanda interna. Y con ella, el crecimiento.

El efecto dominó: Haití, Guatemala, Nicaragua…

El impacto no será exclusivo de Honduras. Aaron Reichlin-Melnick, especialista en políticas migratorias, recuerda que Haití, El Salvador, Guatemala y Nicaragua también obtienen entre el 20 % y 25 % de su PIB de las remesas.

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El periodista Jeff Ernst estima que Guatemala podría perder hasta 1,000 millones de dólares, y Honduras, como ya se ha advertido, rondaría los 500 millones.

Y todo esto ocurre mientras el Congreso hondureño debate incentivos fiscales para atraer inversión extranjera directa (IED). Que hoy es apenas una sombra comparada con los flujos de remesas.

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Por cada dólar de IED, ingresan diez dólares en remesas, según el Boletín Competitivo Regional del COHEP. Un desequilibrio estructural que refleja un país más orientado a recibir que a producir.

Honduras: ¿un país productor o receptor?

La economía hondureña depende más del dinero que sus ciudadanos ganan fuera del país que del que genera internamente.

Las remesas, aunque esenciales, son dinero que se gasta en consumo inmediato y rara vez se traduce en inversión productiva o empleo formal.

En contraste, la inversión extranjera genera empleo de calidad, transferencia de tecnología y encadenamientos productivos.

Pero Honduras no logra generar las condiciones mínimas para atraerla: ni seguridad jurídica, ni estabilidad energética, ni infraestructura moderna.

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Santiago Herrera, gerente de política económica del COHEP, lo dice sin rodeos. “Es doloroso que el 40% de los hogares en Honduras vivan de las remesas porque no tienen oportunidades de empleo”.

¿Y ahora qué?

El proyecto de ley debe pasar por el Senado, dominado por republicanos. La probabilidad de que sea aprobado es alta, y con ello se abriría un nuevo capítulo en la ya tensa relación entre Estados Unidos y los países del Triángulo Norte.

Mientras tanto, en Honduras reina la incertidumbre. ¿Podrá el país compensar la pérdida de este flujo vital? ¿Se diversificará la economía o seguirá apostando a que el pariente en el norte “mande algo”?

Por ahora, parece que el futuro de millones de hondureños depende —literalmente— de un comité en el Capitolio.

Lea: Honduras: ¿Más «país de remesas» que polo de inversión?

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