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Silencio electoral en El Salvador: Reflexión previa a crucial elección

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Con Bukele como favorito, finaliza campaña electoral en El Salvador, anticipando unos comicios cruciales e históricos. 

San Salvador, El Salvador.- Este miércoles marca el cierre de una extensa campaña electoral en El Salvador, que se inició el 3 de octubre del año pasado.

A lo largo de este período, el debate político ha sido notablemente escaso, en gran medida debido a la sólida posición del actual presidente, Nayib Bukele, quien, según las encuestas, cuenta con el respaldo de más del 80% de la población.

A partir de la medianoche, entra en vigencia un período de silencio electoral, destinado a permitir que los más de 5,5 millones de ciudadanos llamados a participar en los comicios del domingo 4 de febrero reflexionen sobre su intención de voto.

Estas elecciones se ven marcadas por la controversia en torno a la candidatura de Bukele para un segundo mandato consecutivo, a pesar de la prohibición constitucional.

El artículo 175 del Código Electoral establece la prohibición de realizar propaganda electoral durante los tres días previos a las elecciones y el día mismo de estas.

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Además, el artículo 245 del mismo código estipula multas que oscilan entre 1.142 y 5.714 dólares para quienes violen esta disposición.

Dominio del oficialismo genera debate y preocupación

La campaña política en El Salvador ha sido objeto de intenso escrutinio, con diversos analistas caracterizándola como «atípica» y «desigual».

El partido oficialista Nuevas Ideas (NI) y su candidato presidencial, Bukele, han acaparado el espacio para la propaganda electoral, dejando en segundo plano a la oposición, que reclama la falta de recursos para llevar a cabo una campaña efectiva.

Según Omar Serrano, vicerrector de Proyección Social de la Universidad Centroamericana (UCA), esta campaña se destaca por su desequilibrio, representando una de las más asimétricas en la historia reciente del país.

Serrano señala una disparidad notable en los recursos y en la maquinaria mediática utilizada por el gobierno, haciendo hincapié en el uso de fondos públicos para respaldar la campaña oficialista.

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Esta desigualdad, advierte Serrano, podría reflejarse en los resultados electorales del 4 de febrero, a menos que ocurra un evento extraordinario que altere el panorama político.

Los partidos de oposición, como Arena y el FMLN, han llevado a cabo una campaña política mínima en comparación con años anteriores, atribuyendo esta situación a la falta de recursos financieros debido a la no entrega de fondos por parte del Ministerio de Hacienda.

La Constitución salvadoreña reconoce la «deuda política» como un mecanismo de financiamiento destinado a promover la libertad e independencia de los partidos políticos contendientes.

Sin embargo, la ausencia de estos recursos ha suscitado preocupaciones sobre la equidad y la transparencia del proceso electoral.

Campaña marcada por la ausencia de propuestas claras

Con la proximidad de las elecciones en El Salvador, la falta de propuestas claras sobre temas críticos como la economía, la salud y la educación ha generado preocupación entre la población.

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A pesar de la importancia de estos asuntos para el país, tanto el favorito para la presidencia, Nayib Bukele, como otros candidatos, han centrado su campaña en otros temas, dejando un vacío en cuanto a soluciones concretas para los desafíos que enfrenta la nación.

Bukele, quien se perfila como el probable ganador para un segundo mandato presidencial, ha basado su campaña en la promoción del régimen de excepción implementado por su gobierno desde marzo de 2022 para combatir las pandillas.

Esta medida, que suspende garantías constitucionales, ha sido el eje central de su estrategia electoral, instando a los ciudadanos a votar por los candidatos de su partido, Nuevas Ideas, para mantener esta acción.

Sin embargo, la falta de propuestas concretas en áreas vitales como la economía ha dejado a muchos votantes preguntándose sobre el futuro del país.

Según las últimas encuestas, la preocupación por la economía ha superado a la delincuencia como el principal problema que enfrenta El Salvador, con un 32,8% de la población expresando esta inquietud, mientras que el desempleo afecta al 17,3%.

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Los candidatos de la oposición, por su parte, han mencionado estos temas en sus discursos, pero sin ofrecer planes sólidos o acciones específicas para abordarlos a corto, mediano y largo plazo.

Gabriela Santos, directora del Instituto de Derechos Humanos (Idhuca), ha expresado su preocupación por la falta de propuestas significativas durante esta campaña electoral, describiendo el contexto como «bastante lamentable».

Señala que la ausencia de un debate sustantivo sobre los problemas fundamentales del país, incluidos los derechos humanos, ha dado lugar a una elección poco competitiva y a una ventaja evidente para el partido en el poder.

Con solo unos días antes de las elecciones, los salvadoreños se preparan para elegir a su próximo presidente entre seis candidatos de diversos partidos políticos.

Bukele, con su considerable popularidad y la opción de buscar la reelección inmediata, podría hacer historia al repetir en el cargo, desafiando las limitaciones constitucionales vigentes.

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Con este marco legal en mente, el país se sumerge en un período de reflexión antes de emitir su voto en una contienda electoral que ha generado un interés nacional e internacional sin precedentes.

La atención se centra en sí la popularidad de Bukele se traducirá en un resultado electoral contundente, o si surgirán sorpresas de última hora que modificarán el panorama político salvadoreño.

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