HONDURAS
El periodismo hondureño está de luto: hallan sin vida a la joven talento Jennifer Nicole Rivas

Tegucigalpa.- Con profunda tristeza la comunidad de medios y creadores de contenido en Honduras amaneció con la noticia del fallecimiento de Jennifer Nicole Rivas, de 21 años, estudiante de la carrera de periodismo, presentadora de televisión y voz emergente en redes sociales. Su cuerpo fue encontrado en el interior de una habitación en una vivienda de la colonia Estanzuela, sector 3, en la capital hondureña, generando conmoción e incredulidad entre familiares, colegas y público en general.
Sus aportes ya eran notables. Jennifer colaboró con el medio CHTV como presentadora y también con el colectivo de creadores digitales “Los Venados 504”, donde desplegaba su chispa, creatividad y cercanía con su audiencia. En redes, su carnet digital mostraba ese deseo por hacer más con poco, y muchos de sus seguidores la describían como una promesa del periodismo hondureño aún por florecer.
Aunque los primeros informes manejan que no hay indicios de violencia, se ha especulado que Jennifer padecía una enfermedad de base, posiblemente epilépsia, lo que algunas fuentes locales mencionan como la causa probable de muerte al sufrir una crisis. Hasta el momento, autoridades forenses ya han intervenido para realizar el levantamiento del cuerpo y las diligencias correspondientes, mientras que la familia espera información oficial para dar el último adiós.
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Hoy, más que una víctima, Jennifer representa un símbolo del riesgo permanente que enfrentan quienes eligen informar, persuadir y expresar en Honduras. No era una figura consolidada ni de décadas: era joven, estaba comenzando, y rendirse nunca pareció parte de su proyecto profesional ni personal. Su partida prematura obliga al país a mirar con dolor e introspección: ¿cuántos talentos callan antes de crecer?
Y en ese duelo, el periodismo como oficio se estremece. Se pregunta si tiene sentido continuar en un entorno donde informar cuesta tanto, donde cada nota crítica puede implicar amenazas, donde cada historia que no se cuenta es parte de un silencio impuesto. Jennifer ya no estará con su voz al viento, pero su memoria exige que no cesemos en exigir justicia, protección y dignidad para quienes convierten la palabra en resistencia y verdad.
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