Elecciones 2025
FF. AA. desafían al CNE y ponen en riesgo las elecciones al negar apoyo por “una villa navideña”
Tegucigalpa.- La respuesta oficial de las Fuerzas Armadas FF.AA al CNE, fechada el 18 de noviembre, ha generado indignación y preocupación entre sectores políticos y sociales debido al tono evasivo y la justificación insólita que ofrece la institución castrense para negar el préstamo de las instalaciones del Campo Parada Marte, solicitado por el órgano electoral para estacionamiento de vehículos y apoyo logístico previo a las elecciones.
En la carta, firmada por el oficial de enlace ante el CNE, Wil Lisandro Fuentes Borjas, las Fuerzas Armadas aseguran que no pueden colaborar porque están montando “La Villa Navideña de las Fuerzas Armadas”, un evento recreativo tradicional que —según la misiva— requiere de uso “permanente del predio durante esta época”.
El país está a 12 días de unas elecciones generales en crisis, con denuncias de sabotaje, tensiones entre autoridades electorales, retrasos logísticos y un ambiente de alta desconfianza pública. En ese contexto, que la institución encargada constitucionalmente de respaldar la seguridad y logística electoral responda que no puede colaborar porque está instalando decoraciones navideñas es, como mínimo, un mensaje político contundente.
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La Constitución establece con absoluta claridad que las Fuerzas Armadas están al servicio del proceso electoral bajo las órdenes del CNE, no al revés. Negar instalaciones estatales por motivos festivos —y hacerlo justo cuando el CNE enfrenta una campaña de desinformación generada desde cuentas oficiales militares— añade más dudas sobre el papel de la institución en estas elecciones.
El hecho se vuelve aún más grave considerando que el propio CNE, horas antes, debió desmentir públicamente información “imprecisa” publicada en redes sociales de las FF. AA., en la cual se atribuían declaraciones al oficial de enlace que no está autorizado para hablar del proceso electoral. Esa doble contradicción —primero desinformación, ahora negativa de apoyo— refuerza la percepción de una peligrosa ruptura de la subordinación militar al poder civil.
Con esta carta, las Fuerzas Armadas envían un mensaje equivocado:
En vez de garantizar condiciones logísticas y estabilidad para un proceso electoral ya frágil, se excusan en actividades recreativas internas y se deslindan de una responsabilidad constitucional clave. En un país con historial de intervenciones militares en la política, este tipo de señales solo aumenta el temor de que las elecciones del 30 de noviembre puedan desarrollarse en un entorno de presión, falta de cooperación institucional y posibles interferencias.
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Lo que debería ser un acto de colaboración rutinaria se ha convertido en otro capítulo de confrontación institucional en un momento crítico para la democracia hondureña. El silencio del alto mando militar ante esta carta —y la ausencia de una aclaración oficial— solo empeora la percepción de que las Fuerzas Armadas, lejos de actuar como garantes neutrales del proceso electoral, están actuando con criterios políticos y en abierta descoordinación con el máximo ente electoral del país.


