Honduras queda rezagada mientras sus vecinos aseguran ventajas comerciales con EE.UU.

Tegucigalpa.- Honduras vuelve a quedarse viendo desde la gradería mientras El Salvador y Guatemala cierran acuerdos decisivos con Estados Unidos para reducir –o eliminar por completo– los aranceles que desde abril golpean las exportaciones centroamericanas. Mientras Nayib Bukele anuncia arancel cero y Bernardo Arévalo presume reducciones históricas, el gobierno hondureño ni siquiera ha informado si existe una mesa de negociación abierta. La inacción ya empieza a pasar factura.

Mientras los países del Triángulo Norte se movieron con rapidez diplomática, Honduras permaneció inmóvil, atrapada entre improvisación y falta de rumbo. El contraste es brutal: El Salvador logró la eliminación total del gravamen y abrió un marco para un acuerdo comercial recíproco que ampliará sus exportaciones; Guatemala consiguió que más del 70 % de sus productos ingrese sin arancel a Estados Unidos. Honduras, por su parte, seguirá pagando el 10 % completo, como si no tuviera nada que defender.

La consecuencia más inmediata es devastadora: la maquila hondureña –que sostiene más de 140 mil empleos– queda en seria desventaja frente a sus vecinos. Cada camiseta, pieza textil o producto manufacturado exportado desde Honduras será más caro y menos competitivo, mientras Guatemala y El Salvador ganan terreno aceleradamente. El mensaje al mercado internacional es claro: invertir en Honduras no es rentable cuando sus propios gobernantes se niegan a mover un dedo.

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El caso salvadoreño evidencia lo que se logra cuando existe agenda y liderazgo: EE.UU. se comprometió a eliminar aranceles recíprocos para productos que no pueden producirse en su territorio, mientras Bukele aceptó reducir barreras regulatorias. En pocas semanas, ambos países firmarán un acuerdo que redefine su relación comercial. Guatemala tampoco se quedó atrás: tras “intensas negociaciones”, Arévalo aseguró alivio para la mayor parte de sus exportaciones y la Casa Blanca lo celebró públicamente.

¿Y Honduras? Silencio. No hay anuncios, no hay avances, no hay presión diplomática. No existe una estrategia para defender la economía nacional ni un liderazgo que comprenda la gravedad del momento. En un país con una moneda débil, una inversión privada deprimida y un desempleo crónico, perder competitividad externa equivale a clavar otro clavo en el ataúd económico.

Si el gobierno hondureño no actúa con urgencia, la región avanzará hacia un nuevo orden económico… y Honduras quedará relegada al papel de espectador pobre, rezagado y sin plan. Una vez más.

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