HONDURAS
Julieta Castellanos: 9 de marzo ¿sabotaje o aviso?

Julieta Castellanos expone fallos logísticos y maniobras sospechosas marcaron la jornada electoral en Honduras, generando dudas sobre su integridad democrática.
Tegucigalpa, Honduras.- El proceso electoral en el país, que inicialmente se vislumbraba estable, experimentó una jornada atípica el pasado 9 de marzo, sembrando dudas sobre la solidez de la democracia en el país.
La reconocida socióloga Julieta Castellanos analizó los acontecimientos y destacó posibles indicios de sabotaje, lo que plantea serias interrogantes sobre el futuro del sistema electoral hondureño.
Desde la madrugada de ese día, múltiples centros de votación reportaron la falta de material electoral, generando retrasos e incertidumbre.
A media mañana, se descubrieron autobuses cargados con cajas de material electoral estacionados en zonas como la colonia El Hogar y Miraflores sin la debida seguridad, lo que alimentó sospechas de una posible maniobra para obstruir el desarrollo normal de la jornada electoral.
Castellanos resaltó que, a pesar de la gravedad de los hechos, los colectivos del partido Libertad y Refundación (Libre) se mantuvieron en silencio durante gran parte del día, respondiendo de manera tardía y limitada.
Este comportamiento contrastó con las principales fuerzas políticas que ya perfilaban sus posibles victorias: Rixi Moncada de Libre tenía prácticamente asegurado su triunfo, mientras Ana García del Partido Nacional y Salvador Nasralla del Partido Liberal mantenían una sólida ventaja en las encuestas.
Los resultados oficiales arrojaron revelaciones importantes.
A pesar de que Libre afirmó haber crecido un 52 %, los números reflejaron un aumento modesto de 103,662 votos en comparación con las elecciones de 2021.
Además, en departamentos estratégicos como Francisco Morazán y Cortés, los candidatos del bipartidismo tradicional, Kilvet Bertrand y Alberto Avilés del Partido Nacional, obtuvieron más apoyo que los representantes de Libre, como Hugo Noé Pino y Luis Redondo.
Estos resultados evidenciaron que el crecimiento de Libre no fue tan contundente como se intentó proyectar, lo que generó reacciones polarizadas dentro del partido.
Algunos sectores consideraron los resultados predecibles, mientras otros los vieron como una afrenta, lo que desató una serie de descalificaciones y ataques en lugar de una reflexión serena sobre la situación.
La mayor incógnita sigue siendo si realmente hubo un intento deliberado de boicotear el proceso electoral. Varias hipótesis han surgido.
Una de ellas sugiere que se podría buscar anular el proceso y judicializar a las consejeras del Consejo Nacional Electoral (CNE), acusándolas de corrupción.
Otra teoría plantea que la negativa del Ministerio Público a enviar fiscales para supervisar el recuento podría ser una estrategia para declarar fallido el proceso y extender el actual periodo electoral por dos años, lo que abriría la puerta a la reelección de Manuel Zelaya Rosales, expresidente y actual asesor presidencial.
En un escenario político caracterizado por acuerdos ocultos y negociaciones bajo la mesa, cualquier teoría parece plausible.
Sin embargo, lo que sí es claro, según Castellanos, es que Honduras necesita urgentemente reformas electorales profundas.
Si la ciudadanía no demanda cambios estructurales, los políticos difícilmente los implementarán por voluntad propia.
Es momento de que la sociedad hondureña despierte y exija un fortalecimiento de su democracia, concluyó Castellanos en su análisis.