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HONDURAS

Menores: El blanco fácil de las estructuras criminales

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Especialistas advierten que estructuras criminales hondureñas reclutan menores desde los ocho años, forzándolos a delinquir, migrar o morir temprano en silencio.

Tegucigalpa, Honduras.- La infancia hondureña enfrenta una amenaza creciente y silenciosa: el reclutamiento forzado por estructuras del crimen organizado, que ya integran a menores desde los ocho años.

Así lo advirtió la directora del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Migdonia Ayestas. La misma denunció que esta práctica se ha convertido en una estrategia sistemática de las redes criminales para sostener sus operaciones ilícitas.

De acuerdo con Ayestas, estas estructuras no solo captan, sino que instrumentalizan a niños y adolescentes en actividades como el narcotráfico. Así como la trata de personas, el sicariato, la extorsión y el tráfico de armas.

Son considerados “piezas reemplazables” dentro de un engranaje que se renueva con alarmante facilidad.

“La criminalidad en el país tiene dos vertientes: la delincuencia común y la criminalidad organizada. Esta última recluta con fuerza a menores y jóvenes que terminan en tres escenarios: como miembros activos de los grupos, como víctimas mortales o como migrantes forzados enviados por sus familias para protegerlos”

Víctimas y victimarios: ¿Qué está fallando?

El reclutamiento de menores no solo evidencia el fracaso de las políticas de seguridad, sino también la debilidad de las estructuras sociales y educativas que deberían proteger a la niñez.

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Esta situación revela la profunda fragilidad del tejido social, específicamente del sistema educativo, cuya función esencial debería ser la de actuar como red de protección para la niñez y la adolescencia.

La falta de oportunidades reales, la escasa cobertura de programas de prevención. Así como el debilitamiento institucional y la ausencia de una estrategia nacional de atención integral colocan a los menores en un estado de abandono estructural.

En este vacío, las estructuras criminales encuentran terreno fértil para operar.

Migración: Alimento de este ciclo criminal

Especialistas de Casa Alianza, han advertido que el desplazamiento forzado de niños y adolescentes por amenazas de reclutamiento o por temor a represalias es una de las principales causas del éxodo juvenil hacia Estados Unidos.

Esta migración no responde únicamente al deseo de mejorar las condiciones económicas. Sino, al intento desesperado de sobrevivir a contextos violentos donde el Estado no garantiza ni la seguridad ni la protección básica.

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A su vez, muchos de estos menores, una vez deportados, enfrentan un proceso de reintegración altamente deficiente.

Al regresar a Honduras, se topan con múltiples barreras: estigmatización social, falta de apoyo psicosocial, escasa articulación entre instituciones públicas y, sobre todo, el cierre de puertas en el sistema educativo.

En algunos casos, ni siquiera logran reingresar a la escuela, ya sea por la falta de documentos, por su edad o por las condiciones de violencia que persisten en sus comunidades de origen.

Este círculo vicioso alimenta un ciclo de violencia que se reproduce y profundiza con cada generación.

En este sentido, expertos coinciden en que el fenómeno migratorio infantil y adolescente no puede desvincularse del poder creciente que ejercen las estructuras armadas ilegales en los territorios.

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Su influencia no solo se refleja en la violencia directa, sino en la forma en que logran sustituir al Estado, generando miedo, control y dependencia.

Vea: Cantidad de menores retornados al país supera a la de las mujeres

“Ninis”, el blanco más frágil del crimen organizado

Además, alertaron sobre el incremento de los llamados “ninis”, adolescentes que ni estudian ni trabajan y que, ante la falta de oportunidades, son presa fácil de estas estructuras.

Sin acceso a la educación ni posibilidades reales de empleo, estos adolescentes se convierten en presas fáciles para las redes delictivas. Estos los reclutan ofreciéndoles dinero rápido, protección o una falsa promesa de pertenencia.

Aquí es donde la falta de políticas públicas sostenidas y con enfoque de derechos humanos no solo perpetúa esta realidad;
Sino, que coloca a miles de niños hondureños en una situación de riesgo inminente que, hasta ahora, no ha sido enfrentada con la urgencia que merece.

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Para Grecia Moreno, del Observatorio de la Niñez de Casa Alianza, no se trata solamente de cifras.

En sus declaraciones señala que se está hablando de vidas, por tanto, se debe ver a los menores como más que estadísticas.

Moreno pide pensar en la niñez y juventud como el activo más importante de la sociedad, y que estamos fallando en protegerlo.

Violencia letal sin freno

Cabe señalar que en 2024, Honduras registró 619 muertes violentas de niños, niñas y jóvenes, un promedio de 50 casos mensuales que confirman la emergencia.

Además, el Observatorio de la Violencia contabilizó un aumento interanual del 6 % en los asesinatos de menores durante los primeros cinco meses de 2024.

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Llamado a políticas integrales

El llamado de los defensores de derechos infantiles es contundente: urge implementar políticas públicas integrales. Que no se limiten a la represión, sino que apuesten por la educación, el desarrollo comunitario, la prevención del delito y la protección de los más vulnerables.

Es importante un sistema nacional de protección infantil que combine prevención, reinserción educativa y oportunidades laborales para romper el ciclo.

Ignorar esta realidad, es sentenciar a una generación entera a repetir los ciclos de violencia, exclusión y muerte.

Vea: Conadeh: «Responsabilidad penal de menores es de 12 a 18 años»

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