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HONDURAS

¡Inicia la contienda por el poder en Honduras!

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Honduras va a elecciones generales el 30 de noviembre, bajo tensiones políticas, exclusiones partidarias y el dominio del tripartidismo.

Tegucigalpa, Honduras.- El Consejo Nacional Electoral (CNE) lanzó oficialmente la convocatoria a elecciones generales para el próximo 30 de noviembre de 2025.

En medio de un clima político crispado y una ciudadanía hastiada de promesas recicladas, más de 6.4 millones de hondureños están llamados a participar en un proceso que promete ser una “fiesta democrática”.

Aunque en realidad ya huele a la misma verbena de siempre, esta vez, con el tripartidismo como único animador del evento.

Durante cadena nacional, el pleno del CNE comunicó que ese día se elegirá al presidente para el período 2026-2030. Además de 128 diputados propietarios y sus suplentes, 298 alcaldes y regidores municipales, así como 20 representantes al Parlamento Centroamericano.

Con una maquinaria electoral que costará la módica suma de 1,737.5 millones de lempiras, la factura de esta función ya fue enviada al Congreso Nacional. Donde los diputados —en su interminable sesión continua— aún no definen si financiarán el espectáculo.

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Para garantizar que esta “fiesta cívica” no se convierta en una tragicomedia, el CNE promete instalar 18 comisiones departamentales, así como 298 comisiones municipales.

Además, esperan comprar antenas satelitales para asegurar conectividad en todos los centros de votación y poner en marcha los ya conocidos mecanismos de TREP y el sistema biométrico.

Todo muy tecnológico, todo muy moderno… en papel.

Un sistema de partidos en vía de extinción

Más allá del despliegue técnico, el análisis político muestra un panorama desolador: el sistema de partidos en Honduras está en proceso de reducción forzada.

El politólogo Héctor Soto anticipa que esta será la elección con menor número de partidos desde el retorno a la democracia.

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De los 11 que participaron en 2021, apenas cinco sobrevivirán al corte del CNE. ¿Casualidad? ¿Selección natural?

No, simple voluntad de los tres partidos grandes que dominan el tablero: Libre, Nacional y Liberal. Los demás que se alineen… o desaparezcan.

Soto señala que la Ley Electoral no protege a los emergentes y que el verdadero obstáculo es político.

En otras palabras: no hay espacio para más sillas en el club del poder.

Para muestra, el caso del Partido Salvador de Honduras (PSH), cuya presidenta, Fátima Mena, denunció que su organización ha sido sistemáticamente excluida del proceso electoral. Acusando al CNE de operar como brazo ejecutor del tripartidismo.

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“Ser una voz diferente, no obedecer al sistema, nos ha convertido en diputados que estorbamos”, lanzó Mena.

La legisladora también advirtió que acudirán al Tribunal de Justicia Electoral y a organismos internacionales si persiste la negativa a extender el plazo de subsanación de planillas.

Según la diputada, el CNE actúa bajo una cultura de miedo y presión política, afectando incluso a las voces ciudadanas, medios, sociedad civil e iglesias.

“Lo que le hacen hoy al PSH también se lo están haciendo a los medios de comunicación, a la sociedad civil y hasta a las iglesias. Es el manual clásico de construcción de una dictadura”

Alianzas contra la corriente

Mientras unos son excluidos, otros intentan colarse por la puerta trasera. Es el caso de los partidos Todos Somos Honduras (TSH) y Orden.

Estos dos partidos presentaron su alianza bajo el nombre “Honduras en Orden”.

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Santos Rodríguez Orellana, militar en baja deshonrosa y ahora político de ocasión, promete devolver la democracia a los ciudadanos.

Agregado a él, el presidente del TSH, Enrique Yllescas, aseguró estar actuando conforme a ley y pidió al CNE que no vea “elefantes blancos donde no los hay”, una frase que bien podría aplicarse a todo el proceso electoral.

La Iglesia, la empresa privada y el eterno clamor por transparencia

En un intento de moralizar la campaña antes de que inicie oficialmente, el sacerdote Carlos Rubio hizo un llamado a “defender la democracia”.

Instando a los diputados a aprobar el presupuesto electoral y recordando que “la democracia cuesta… y la paga el pueblo”.

“La democracia nos cuesta muchísimo a los hondureños. Y eso hay que saberlo, porque no lo pagan los políticos, lo paga el pueblo con sus impuestos”

Con un tono firme, cuestionó el papel de los políticos que juegan no a la democracia, sino a otros intereses.

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“Pónganse de acuerdo, logren consensos. No den esas clases antidemocráticas. La democracia es escucharnos, entendernos y llegar a acuerdos. Háganlo por el bien del país”

Desde el sector empresarial, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) exigió elecciones “limpias, creíbles y pacíficas”.

“Honduras necesita elecciones limpias, creíbles y pacíficas, solo así podremos fortalecer la confianza en nuestras instituciones y enviar un mensaje claro dentro y fuera del país: que somos una nación capaz de resolver sus diferencias en paz y en democracia”

En su comunicado, dejaron claro que solo un proceso transparente puede fortalecer la confianza institucional y generar condiciones para inversión y empleo.

En otras palabras: si siguen jugando sucio, se llevan el balón y los capitales.

¿Una elección limpia? Solo si el Congreso coopera

El presidente del Colegio de Abogados de Honduras, Gustavo Solorzano, fue tajante: sin presupuesto aprobado no hay cronograma que valga.

Advirtió que si el Congreso no actúa, los plazos se retrasarán, poniendo en riesgo el desarrollo de las elecciones.

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Hasta ahora, el Poder Legislativo sigue en modo “reunión permanente”, más ocupados en debates estériles que en garantizar el derecho al sufragio.

¿Fiesta democrática o teatro de lo absurdo?

La convocatoria está hecha, la maquinaria institucional se ha puesto en marcha, hasta las invitaciones a observadores internacionales están cursadas.

Pero el telón de fondo sigue siendo el mismo: desconfianza, polarización, exclusión y una clase política cada vez más encapsulada en sus propios intereses.

Los discursos de unidad y civismo contrastan con una realidad marcada por la instrumentalización de las instituciones, el uso político del CNE y la opacidad en los procesos.

El 30 de noviembre se acerca, y con él, una nueva puesta en escena del eterno guion electoral hondureño: donde los actores cambian, pero el libreto siempre es el mismo.

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